sábado, 23 de enero de 2016

EL AMOR Y EL JUEGO DE PALABRAS

Tal vez algunos de ustedes recuerden un juego, cuyo nombre desconozco, que consistía en encontrar a la persona que tenía la tarjetita con la misma palabra que uno.

Los participantes se dividían en dos grupos, hombres por un lado y mujeres por el otro. Se repartían unas tarjetitas a unos y a otros. Las de las mujeres eran de color rosa y las de los hombres, de color celeste. Esas tarjetas tenían escrita una palabra rara, que no significaba nada, como por ejemplo “bubumutu”. Había muchas parecidas entre sí, lo cual llevaba a confusión. Por cada palabra que tenía una mujer, un hombre tenía la misma. Se apagaba la luz del cuarto y cada uno tenía que decir en voz alta su palabra hasta encontrar a la persona del otro sexo que tenía la misma. Por supuesto, era una mezcla de sílabas similares, un barullo de voces sonando al mismo tiempo y la oscuridad que ayudaba a no encontrarse. Era muy divertido.

Hoy, varios años después, se me ocurre pensar que la vida real es bastante parecida a ese juego. Vamos buscando a nuestra alma gemela, un poco mareados, caminando a oscuras muchas veces, diciendo a viva voz nuestra palabra y con la esperanza de encontrar y ganar. El problema es que, por miedo a quedarnos solos, muchas veces elegimos la palabra que no es la nuestra. Por ejemplo, si nuestra tarjetita dice “bubumutu” pero nos topamos con un “bubumuru”, por las dudas, por falta de fe, nos quedamos con esa pareja. Y, obviamente, no ganamos porque sólo ganan los que encuentran su par. Tal vez no nos demos cuenta en seguida de que no hemos ganado, tal vez estemos un par de años pensando que hemos vencido, pero tarde o temprano la verdad nos saltará en la cara.

Ojalá tengamos la valentía suficiente para seguir caminando hasta encontrar nuestra palabra… no una parecida, no una que más o menos va… sino la nuestra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario