sábado, 10 de enero de 2015

Una persona sabia...

"La persona sabia se mantiene alejada de la rivalidad,
de la codicia y de la confusión
producida por los deseos.
Es feliz al vivir,
posee bondad y armoniza con todos.
Es una persona sincera al hablar, equilibrada
y recta en el trabajo y en la vida.
Cuando acaba su obra, se retira oportunamente,
su respiración es fresca como la de un niño,
y busca siempre beneficiar a todos.

Aquel que posee sabiduría es difícil de comprender,
es cauteloso como quien atraviesa
un río en invierno,
prudente como quien tiene enemigos,
reservado como el huésped de una casa,
sencillo como la madera, tranquilo como un valle
y profundo como las aguas de un lago.

La persona sabia posee poco
porque no vive apegada a las cosas,
su presencia es modelo para todos.
No se muestra, por eso resplandece,
no se vanagloria, por eso sobresale,
no se exalta, por eso merece elogio,
es humilde y se mantiene íntegra.
Permanece independiente,
aunque viva rodeada de gloria y esplendor
nunca pierde la paz.

El sabio no es impetuoso,
y nunca pierde el dominio de sí mismo.
El sabio no ofende a nadie,
y nunca halla motivo para rechazar a nadie.
El sabio es aquel que se conoce a sí mismo,
que quiere conquistarse a sí mismo,
más que conquistar a otros.
El sabio, contemplado,
no parece digno de ser mirado,
oyéndolo, no parece digno de ser escuchado,
sin embargo, contiene en sí todas las virtudes.

La persona sabia parece que no hace nada y,
sin embargo, nada queda sin realizar.
Hace del corazón de los demás
el suyo propio.
Con el bueno obra de forma buena,
con el malo obra de buena forma.
Se parece a un niño,
nada ni nadie le daña.
Se da cuenta de cosas
que para los demás pasan inadvertidas,
y estima por igual las grandes y las pequeñas.
Como no compite, nadie es capaz de competir con él,
y no teme a la muerte.
Sabiduría es, en fin, permanecer en armonía
con las fuerzas y leyes de la naturaleza."

Tao Te King

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